La otra cara de la educación

Después de tratar un par de temas de la educación conectada, avanzada, basada en las nuevas tecnologías; me ha entrado la curiosidad de saber cómo es la educación en los niños más necesitados. Para ello me ha ayudado una persona muy cercana, mi tía y tocaya María Jesús Buendía Gómez. Ella es la mayor de siete hermanos, entre los cuales se encuentra mi abuelo, creció en un pequeño pueblo llamado Campos del Río (Murcia), y en una época difícil evolucionó como mujer y persona. Ha dedicado la mayor parte de su vida a ayudar a los que más lo necesitan, y sin más preámbulo, os cuento su experiencia como educadora y misionera.


"Durante mi vida profesional y como misionera, en diferentes países de América Latina, he descubierto que la educación es tarea de toda la vida. Educar es crecer y ayudar a crecer en las diferentes dimensiones humanas: biológica, intelectual, afectiva y trascendente. Carecer de alguna de estas dimensiones, conduce a la frustración de la persona, no consigue la realización personal y felicidad. Toda persona es sujeto de educación, el educador se educa en contacto con el educando, no importa la edad, cultura, situación social...Todo somos agentes y sujetos a la vez de educación." Nos cuenta de lo que entiende ella por educación.


¿Cuándo se inicia el proceso de la educación? Desde su experiencia dice que "Desde el momento de ser engendrada la persona, inicia el crecimiento integral, es decir, la educación. Todo lo que vive la madre, sobre todo la dimensión afectiva (amor), es fundamental. La familia es la primera Escuela educadora."

"Tengo conciencia de haber sido engendrada por amor, soy la primera de los siete hermanos. Viví la infancia, adolescencia, juventud en ambientes favorables (familia, amigos, vecinos...) Nací en casa de mis abuelos maternos. Mis padres trabajadores y responsables, consiguieron construir su casa. Fue un matrimonio que manifestaban y daban amor a sus hijos, su principal preocupación era educarles para que fueran útiles a la sociedad, no tanto para conseguir protagonismo o privilegios sociales. Su testimonio de trabajo responsable, ayuda a los necesitados, perdón a los enemigos, respeto a las personas...lo inculcaron, no sólo de palabras sino con el ejemplo. Ahí están las raíces de mi educación." 

Nos cuenta cómo consiguió ser algo en la vida en aquella época "Siendo mis padres de poca formación intelectual, se esforzaron e hicieron grandes sacrificios para que sus hijos consiguiera una profesión. Fui la primera mujer en el pueblo que inició bachillerato. Continué hasta finalizar magisterio. Me estrené como maestra en mi pueblo natal, Campos del Río (Murcia). Allí, movida por el deseo de que otras mujeres encontraran caminos de liberación, mejorando su educación, colaboré con las trabajadoras de la fábrica, dando clase en las noches. Como dije, nos educamos mutuamente. Cuánto aprendí de ellas!. Cómo se sacrificaban para dedicar un tiempo, ya cansadas, a superarse para una mayor realización femenina."

Y cómo comenzó con el compromiso misionero "Considero que la educación en la familia y contacto con diferentes personas, me ayudaron a abrir mis horizontes en la vida. Un discernimiento, fundamentado en cómo realizar mi ser de mujer, con vocación para dar vida, me hizo descubrir que no sería el matrimonio, veía limitaba mi proyección, ésto me llevó a optar por la vida religiosa-misionera. Decisión que mis padres, sintiendo un fuerte dolor y desgarro del corazón, aunque fueron los principales gestores por la educación que dieron. Luego colaboraban y manifestaban sentirse felices con mi estilo de vida, entregada a los más necesitados."

"Con deseos de continuar estudios en la Universidad, no dudé en responder a una invitación de las Misioneras Lauritas (Congregación de origen colombiano) dedicadas a trabajar con los más pobres, especial con los indígenas. Fue el contacto con estas religiosas, mujeres sencillas, abiertas, alegres, fáciles para la inculturación, lo que me ayudó a descubrir el camino en el que me sentiría realizada y feliz. Después de 50 años de vida misionera, constato que acertada la decisión."

Y por último, su paso como educadora "Como educadora-misionera he compartido treinta años en los pueblos de América Latina (Colombia, Ecuador, Venezuela, Brasil). Siendo fiel a lo que pide el Señor a estas misioneras, desde su fundadora: Laura Montoya, he compartido con indígenas de diferentes etnias, campesinos y jóvenes que se formaban para ingresar a la vida religiosa. Cada persona y grupo ha enriquecido mi ser de persona-mujer. Reconozco que más de lo que dí a en esas tierras americanas, fue lo que aprendí de ellos, sobre todo su acogida, generosidad (siendo muy pobres, daban lo que tenían), sobre todo que son felices con muy cosas, siendo libres y alegres. Cuánto deberíamos aprender en estos países llamados del “Primer Mundo”, tan esclavo y necesitado de tantas cosas para vivir, aunque no muestra rostros felices. Ahora, en Madrid, el tiempo que me queda de compartir en la comunidad, colaboro con los gitanos, emigrantes y personas enfermas y que necesitan ser escuchadas."

A modo de conclusión finaliza esta entrada con una pequeña reflexión "Creo que nuestra sociedad carece de planes educativos que tengan en cuenta la totalidad de la persona. Como resultado, encontramos personas muy preparadas intelectualmente, pero carecen de auténticos valores humanos, sociedad egoísta, injusta, competitiva, que quiere prescindir de la dimensión trascendente (sea cual sea su religión), ya decía un gran filósofo: “Una sociedad sin Dios es una sociedad de salvajes”.



Espero que os haya gustado y una vez más gracias a la colaboración de María Jesús Buendía Gómez, gran educadora y misionera.




Comentarios

Entradas populares de este blog

¿2.0? ¿Que es eso?

Scout un día, scout siempre